martes, 13 de julio de 2010

Llegó. Lenta. Sutil.

Empezando por el borde de la cama.

Rasguñando con un dedo.

Silbando. Silbando agudo, inaudible.

Entró sigilosa. Arriesgada.

Cocinando los dolores a fuego lento.

La muñeca suelta. Delicada.

Cálida mirada, de ojos confundidos.

Ahorcó.

Tomó un hilo de aire. Directo al vientre.

Apretó. Sujetó. Exhaló.

Entonces. La cotidianidad es un pozo. La cotidianeidad es un pozo. La cotidianidad es un pozo. La cotidianidad es un pozo. La cotidianidad es un pozo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario